sábado, 1 de marzo de 2008

01.03.08. Yo ho, yo ho, a Paris trip for me

Hola desde París a todos los que me lean. Ya han pasado los tres primeros días de nuestra visita y tan sólo nos queda el último. Triste, ¿no? Pues no, hemos pasado tres dias fantásticos y en eso nos vamos a centrar. Hay que ser positivos (primer consejo). Por el título y las primeras frases de esta entrada habréis deducido que no es Dioni quien suscribe estas líneas. Para aquellos que no me conozcáis, soy Fer, lo cual no soluciona nada porque aunque sepáis mi nombre seguís sin conocerme.

Hasta ahora han sido dos días intensos, uno en París y el otro en Disneyland. Personalmente, disfruté mucho con It's a small world y Space Mountain, dos atracciones que no dejaron huella en mi recuerdo en mi anterior visita. No obstante, mis comentarios se basarán en el dia de hoy. Hay que vivir el presente (segundo consejo).

Hoy hemos pasado el día en Versalles, donde mi memoria quedó en ridículo ya que recordaba el castillo mucho más grande por fuera; la visita al interior compensó sobradamente mi decepción inicial. Visitad Versalles si podéis (tercer consejo). En el palacio del rey sol, Dioni empezó a sospechar que perteneció a la corte en una vida anterior. Informaremos sobre nuevos hallazgos al respecto. Y tras el paseo por las estancias del rey y la reina, del delfín y la delfina (palabra que existe, por cierto), o la famosa sala de los espejos, nos dio por alquilar un cochecito para nuestra excursión por los jardines del palacio, los inmensos y espectaculares jardines de Versalles.



Todo fue bien, gracias al cordero de Dios, y llegamos sanos y salvos a la granja de María Antonieta, un pueblecito de cuento de hadas que cautivó el espíritu de la chica de la expedición. La odisea dejó por medio alguna que otra riña, un copiloto que estaba mirando el mapa al revés y una boda musulmana cuya novia bloqueaba la salida de nuestro "carricoche". Cojan los mapas al derecho (cuarto consejo) Eso dio igual cuando a las 17:15 por fin almorzamos medio bocadillo de ayer en los escalones de cara a la gran fuente que preside los jardines. Idílico.




Y ya de vuelta en París, más iglesias: el sagrado corazón. Qué bonito. Qué paliza. ¿Es que no se acaban las cosas que ver en este pueblo? Pues no: nos quedaba Montmatre, el Moulin Rouge... y el Kentuckty Fried Chicken. El cubo de pollo terminó por hacernos perder los papeles y mejor me callo las burradas que dijimos. Un cubo de pollo para tres es mucho (quinto consejo). Fuimos hasta el arco del triunfo para purgar nuestras almas y para que Mª José, de paso intercambiara con sus padres impresiones sobre la ciudad de la luz.




Y mañana nos queda el Louvre, la Concordia... será Mª José quien lo cuente.

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